El hidrógeno ha emergido como uno de los vectores energéticos más prometedores en la transición hacia un modelo energético sostenible. Al ser el elemento más abundante del universo, su capacidad de almacenar y liberar energía sin emitir gases contaminantes lo convierte en un recurso clave en la lucha contra el cambio climático.
Actualmente, existen tres formas principales de obtener hidrógeno: gris, azul y verde. El hidrógeno gris se produce a partir de combustibles fósiles, generando emisiones de CO₂. El hidrógeno azul utiliza la misma técnica, pero con captura y almacenamiento de carbono, reduciendo las emisiones. Por último, el hidrógeno verde, considerado el más limpio, se obtiene a través de la electrólisis del agua utilizando energías renovables, como la solar o eólica.
A nivel mundial, se están impulsando proyectos para escalar la producción de hidrógeno verde, pero aún enfrentamos desafíos como la eficiencia energética, los costos de producción y la infraestructura de almacenamiento y distribución. No obstante, el hidrógeno tiene el potencial de descarbonizar sectores difíciles de electrificar, como el transporte pesado y la industria, consolidándose como una pieza fundamental en la matriz energética del futuro.
Por Lic. Raúl Marcelo Vega